miércoles, 28 de febrero de 2018

MIS PÉRDIDAS...ESAS PÉRDIDAS

A veces ganamos, a veces perdemos. Cuando perdemos, perdemos de todo. Nos acompañan toda una vida. Hay pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos con la muerte de alguien querido, con un revés material, con las partes de nosotros mismos que desaparecieron, y con infinidad de hechos ineludibles que nos encontraremos en esta vida, desde  que aquello que nos hiere  no siempre puede ser remediado  con  besos hasta que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera.

Pérdidas. Según crecemos, perdemos a nuestros seres queridos, algunos más cercanos y otros más lejanos. El tema de las pérdidas es de la elaboración del duelo. Elaboración, que es una tarea a realizar, y duelo, que deriva de dolor. Todo ello, dentro de un proceso, que requiere tiempo y cambio. Un proceso con una meta final, la aceptación. Una aceptación que quiere decir dejar  de pelearme con la realidad que no es como yo quisiera.

Todas las pérdidas son diferentes. No se pueden poner en la misma bolsa y analizarlas en el mismo lugar. Sin embargo, desde el punto de vista psicológico, la diferencia tendrá que ver con la dificultad para hacer ese trabajo, pero el proceso de duelo es más o menos equivalente en una separación, en una pérdida material o en una muerte.

En todo proceso de pérdida, de duelo, te encuentras al principio aislado, como  que lo que hay ahí afuera no tiene ninguna relación contigo por el momento. A continuación, percibo esa pérdida y  mis sentidos me informan de cosas. Tomo conciencia, me doy cuenta lo que paso. Me invade las emociones, diferentes y contradictorias, hasta que paso a la acción. Entro en contacto, en mi conciencia verdadera de la ausencia de lo que ya no está. Esto me permitirá luego la aceptación de la nueva realidad, un definitivo darme cuenta antes de la vuelta a mí mismo.

Pérdida, cambio, proceso, elaboración, duelo, tiempo…


miércoles, 21 de febrero de 2018

EL PERDÓN

De pequeños lo oímos: “pídele perdón a tu  amigo”, “pídele perdón a tu hermana”, “pídele perdón a ese señor por pisarle”. Parece que de mayores esa palabra  no la tenemos muy presente en nuestro vocabulario. No sabemos pedir perdón, ni cuando hacerlo, nos  cuesta o, simplemente, no nos han enseñado.

El interés en el perdón está relacionado con  los beneficios personales que lo acompañan. Parece que en todas las relaciones que tenemos que son psicológicamente importantes, las personas se hieren mutuamente. Sin cura para las heridas, las relaciones se desintegrarían rápidamente. Esas relaciones siguen porque las personas pueden ofrecer perdón por las heridas que enfrentan, buscan perdón por las heridas que causan y recibir el perdón que se les ofrece. Es decir, nos garantiza nuestra continuidad en nuestra relación, restaurándose el bienestar entre víctima y ofensor.

En el perdón hay un proceso, un camino que recorrer. Es una experiencia intrapersonal que no incluye la reconciliación con el ofensor a pesar de que la reconciliación podría acompañar. Se abandona el resentimiento hacia la persona que nos ha dañado, mientras se fomenta la compasión, incluso el amor hacia el ofensor. Se ha visto que incrementa la esperanza y el bienestar psicológico y disminuyen la depresión, la ansiedad y la ira.


Disfruta de tu bienestar. Recuerda, perdonar, que te perdonen, y, algo importante, perdonarse a uno mismo. Hay veces que necesitamos perdonarnos a nosotros mismos ciertas cosas. Esas heridas emocionales, ciérralas, ciérratelas, ciérraselas. Ánimo a la hora de recorrer el camino del perdón. Se puede conseguir. Comencemos...




miércoles, 14 de febrero de 2018

YA NO SIENTO. MI DEPRESIÓN


Me encuentro depresivo.

Ese es mi estado de ánimo.

He perdido interés por las cosas.

Mi capacidad de placer se agota.

Ya no disfruto, la verdad.

A veces, estoy irritable.

Que tristeza.

Como si me saliera de dentro.

Abatido es poco.

Vacío. Mucho.

Que angustia.

Agggggg.

No tengo ganas de hablar.

Estoy como paralizado.

Ni duermo.

Fatigado.

Con mis molestias corporales.

Ese es mi estado.

Pero saldré.

Con ayuda.

Pero saldré.



miércoles, 7 de febrero de 2018

OBJETIVOS, ACTIVIDADES, TIEMPO… ¿ESTRÉS?


Te levantas y empieza el día. Niños. Trabajo. Comida. Más trabajo. Pareja. Más niños. Cuando nos damos cuenta, la noche. Dormir. A veces, nos desbordamos. Hasta nos falta aliento. Y queremos parar. Queremos tanto hacer en tan poco tiempo, que no nos sabemos  manejar. Algo falla.

Tenemos objetivos. Vamos fabricando sueños poco a poco, idea a idea. Queremos mejorar nuestra vida. Pero, a veces, no nos planteamos de forma correcta nuestros objetivos, nuestras metas. Hay que programarlas correctamente, para llevarlas a cabo. Un mal establecimiento de nuestros objetivos, nos puede llevar a agobiarnos, a estresarse, a  la ansiedad.

Para conseguir esas metas de forma adecuada es preciso planificar nuestras actividades. Unas actividades bien elaboradas y programadas que nos lleven a nuestro objetivo serán un éxito para nosotros, y un portazo al estrés y a la ansiedad. La  planificación de actividades se puede realizar como parte de una intervención psicológica o como objetivo de ella.

Sólo de vez en cuando, muy de vez en cuando, somos conscientes del paso del tiempo y reflexionamos de lo que hemos hecho, lo que podríamos haber hecho y, en definitiva, sobre el tiempo que desperdiciamos o el poco valor que le damos.

Debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, y administrar el tiempo de forma correcta para rendir en las distintas facetas de la vida: escolar, laboral, familiar y social. La administración del tiempo es un requisito esencial para que los dos procedimientos, el establecimiento de objetivos y la programación de actividades, funcionen.

“Tiempo presente y tiempo pasado,
se hallan quizá presentes en el tiempo futuro,
y el tiempo futuro dentro del tiempo pasado”.