miércoles, 21 de febrero de 2018

EL PERDÓN

De pequeños lo oímos: “pídele perdón a tu  amigo”, “pídele perdón a tu hermana”, “pídele perdón a ese señor por pisarle”. Parece que de mayores esa palabra  no la tenemos muy presente en nuestro vocabulario. No sabemos pedir perdón, ni cuando hacerlo, nos  cuesta o, simplemente, no nos han enseñado.

El interés en el perdón está relacionado con  los beneficios personales que lo acompañan. Parece que en todas las relaciones que tenemos que son psicológicamente importantes, las personas se hieren mutuamente. Sin cura para las heridas, las relaciones se desintegrarían rápidamente. Esas relaciones siguen porque las personas pueden ofrecer perdón por las heridas que enfrentan, buscan perdón por las heridas que causan y recibir el perdón que se les ofrece. Es decir, nos garantiza nuestra continuidad en nuestra relación, restaurándose el bienestar entre víctima y ofensor.

En el perdón hay un proceso, un camino que recorrer. Es una experiencia intrapersonal que no incluye la reconciliación con el ofensor a pesar de que la reconciliación podría acompañar. Se abandona el resentimiento hacia la persona que nos ha dañado, mientras se fomenta la compasión, incluso el amor hacia el ofensor. Se ha visto que incrementa la esperanza y el bienestar psicológico y disminuyen la depresión, la ansiedad y la ira.


Disfruta de tu bienestar. Recuerda, perdonar, que te perdonen, y, algo importante, perdonarse a uno mismo. Hay veces que necesitamos perdonarnos a nosotros mismos ciertas cosas. Esas heridas emocionales, ciérralas, ciérratelas, ciérraselas. Ánimo a la hora de recorrer el camino del perdón. Se puede conseguir. Comencemos...




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