Armando Galián. Psicólogo.
Calle Apóstoles, 26 Entlo. A (Murcia)
Teléfono: 661 235 280
Terapia Online
Armando Galián. Psicólogo.
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Quisiera hacer hincapié en un proceso que nos afecta a todo al
mundo de una manera u otra. Lo observamos en todos los que nos rodean, lo vemos en una u otra persona, hasta en nosotros mismos. Aquí se pretende hacer consciente ese proceso. Veamos.
El asunto es que hago yo ante
otra persona, familiar o amigo, particularmente, a la hora de relacionarme con
él. Aquí encontramos dos caminos a tomar.
Por un lado, puedo
quedarme sentado, pasivo, y así pensar: “cómo la otra persona no me llama, no
me visita, pues yo no lo llamo o no lo visito”. La mayoría de la gente tiene
pensamientos de este tipo. Toman la decisión de quedarse inactivos, parados. No
me relaciono. Se basan en lo que la otra persona hace.
Por otro lado, puedo tomar
un papel más activo. Puedo pensar: “me da igual que la otra persona me llame o
me visite, es lo que yo quiero, y lo que quiero es...”. Aquí, la persona es
activa. Mi decisión depende de mí mism@, no baso mi decisión en lo que haga la
otra persona, sino en lo que depende de mí.
Ten en cuenta que aquí no
hablamos de que yo nunca tengo tiempo
para llamar, o mi tipo de vida no me permite visitar a nadie. Aquí sólo
comentamos los dos tipos de procesos que se llevan a cabo a la hora de
enfrentarse a tu decisión de relacionarte (específicamente, llamar por teléfono
o visitar) que se observan en la mayoría de personas.
Ahora, tú decides. Me quedo pasivo por cómo se comportan los demás. O me muevo por lo que yo quiero, sin basarme en lo que hacen los demás, sólo teniendo en cuenta lo que depende de mí. Nadie te juzga. ¿Tú decides?
Armando Galián. Psicólogo.
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Creencias hay de todo
tipo. Si hablas de esto con alguien, encontraras muchos tipos de opiniones,
muchos tipos de juicios, y de prejuicios. Al final, es la decisión personal de
cada uno la que te hace actuar en consecuencia de lo creído. No es aquí la
intención de que cambies de juicio y acción, pero si ver todo el mapa de
posibilidades a la hora de abordar el
hecho de tomar medicación o no, junto a terapia o no, ante un problema de salud mental.
La respuesta es depende.
Depende como se encuentre la persona, depende como se encuentre en este preciso
momento. Hay quien su salud mental está grave y ahí si es necesario el uso de
medicamentos (siempre bajo prescripción y
supervisión de tu doctor o psiquiatra correspondiente). En estos casos
graves, es importante la ayuda de pastillas y, llegado el caso, trabajar eso
que nos pasa de forma terapéutica con nuestro psicólogo. Es posible que la
persona lleve a cabo las dos cosas a la vez desde un inicio, medicación y
terapia. También, que sólo empiece con la medicación y, llegado el momento, ejecutar
la terapia.
Luego tenemos los casos
más leves. En estos casos hay quien toma medicación sin ser necesario, sufrimos
emociones desagradables y eso no nos gusta, así que echamos mano de la medicación.
Error. La sociedad nos impulsa al “esto hay que solucionarlo, y hay que
solucionarlo yaaaaa”. Por ejemplo, ahora en esta época de Covid, una ansiedad
leve, pero que trastoca nuestra salud mental. Aquí no es necesaria la pastilla.
Ante esa ansiedad (u otro trastorno mental sufrido de forma leve, como digo),
hay que actuar y trabajar esa ansiedad. No postergarla ni dejarla para más
adelante es lo adecuado. “Cuando se
acabe el virus veré”, es el pensamiento. Mientras la pastilla, el Orfidal
dicen, de turno me alivia. Error. Alivia, pero no se trabaja la ansiedad. Puede
seguir apareciendo esa ansiedad el resto de tu vida de otras maneras y formas,
en épocas sin Covid, y nos preguntaremos que me pasa que está todo bien y ahora
tengo ansiedad. Conectaste con ella, pero no la trabajaste.
Así que, dependiendo del estado que tengamos, va a ser necesaria la ayuda de la pastilla o no. Su abuso o dependencia dejémoslo en que no es sano a veces. Cuando la situación sea grave y necesaria, se ha de acudir a ella bajo prescripción médica o psiquiátrica. Y hacer su correspondiente trabajo psicológico. Si eso que nos trastoca nuestra salud mental es leve, lo mismo con la misma terapia nos es suficiente, no hay que abusar aquí de la pastilla, quizá lo estamos haciendo al revés. Vuelvo al principio, tú decides.
Armando Galián. Psicólogo.
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Llevamos casi un año en una situación excepcional. El mundo se para ante un virus dañino. El ser humano cambia su estilo de vida. Nuevos pensamientos, nuevas conductas, nuevas creencias. Incertidumbre, riesgos, anticipación. Quiero salir de esta con mi salud y la de los míos sin que les pase nada. Sin que nos pase nada. Maldito virus!
Es tal el bombardeo de noticias y escritos, por televisión, internet, radio, que no sabemos a qué atenernos a veces. Unas noticias más realistas que otras. Más verdades que otras. A veces nos perdemos en el camino. Ahí surgen nuestras creencias sobre la situación en la que estamos viviendo. Muchas veces esas creencias no son adecuadas. Nos hacen daño. Seguimos con ellas. No sabemos cómo salir de ahí. Maldito virus!
Vivir esa situación con creencias y emociones no adecuadas nos provoca esa ansiedad en la que nos encontramos ahora mismo. Hay quien la vive de forma más leve. Otras personas la sufren de forma más grave. Ahí es cuando hay que actuar y trabajar esa ansiedad. No postergarla ni dejarla para más adelante es lo adecuado. “Cuando se acabe el virus veré”, es el pensamiento erróneo. Maldito virus!
Ahora me encuentro con ansiedad. Tengo palpitaciones, opresión en el pecho, y otra serie de características de la ansiedad, y sus respectivas creencias y emociones. Estoy preocupado, anticipo el miedo. Miedo, esa es la emoción que me surge en esta época. En este momento. Esto no lo puedo controlar...Para que postergarla. Error. Es el momento. Maldito virus!
Mientras, doy vueltas con mi trabajo, mis estudios, las cosas de casa. En el momento más inoportuno aparece esa ansiedad. Lo paso mal. Me agobio. Otra vez ese miedo. De aquí no sé salir. Pero si se puede. Claro que se puede. Y otra vez vuelve esa ansiedad. A veces de forma repentina, otras veces porque yo la busco. Maldito virus!
Armando Galián. Psicólogo
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