Desde la zona de confort
no hay aprendizaje. No hay que nos estimule para algo diferente, para hacer
algo mejor, o simplemente para hacer algo. No se ve la necesidad de esforzarse
porque le vale lo que tiene. Hay
creencias de fondo, con las que nos justificamos para no hacer nada, como que
lo que tenemos es lo mejor que lo que no
conocemos, el miedo a lo desconocido, creencias sobre lo que nos merecemos y
somos capaces de hacer.
Para cambiar se necesita
sentir la necesidad de cambiar y, a continuación, un acto deliberado de
voluntad que inicie y mantenga el cambio. En Psicología, y en Coaching, se estimula a que el cliente de el paso de la zona de confort a
la zona de reto. Todo ello, en un ambiente de confianza y con una adecuada percepción de logro.
En la zona de reto está cargada de automotivación, dónde
la persona tiene ganas de cambiar y de hacer lo necesario para ello. Ya en los
resultados, dejamos de lado nuestros hábitos
habituales y adaptamos nuevas
formas de hacer y de ser más acordes con nuestras necesidades y deseos. Los
resultados son esperados, lo llamamos éxito, sino hablamos de fracaso, aunque
lo útil es hablar de aprendizaje.
Lo idóneo es que el
cliente pase un proceso ideal desde
estar en su zona de habitualidad, supere sus miedos, se centre en alcanzar sus
retos y los resultados sean los extraordinarios para que le ayuden a
evolucionar.