“Me
levanto por las mañanas. Bien, muy bien. Según pasa el día, algo que no puedo
controlar, me desequilibra, me hace sentir mal. Como que no puedo. Tengo
ansiedad, me dicen. Yo no sé que es. Y
se me manifiesta de una forma que no
puedo comprender. No lo entiendo. Porque yo no soy así. No encuentro razón, ni
respuestas. No sé el origen. Sólo sé que me pasa.
No
entiendo porque me pasa esto. Me da ansiedad, me dicen. No se de dónde me
viene. Estoy bien, en un momento tranquilo y, de repente, me vienen ideas de
hacer daño, de lesionar, de dañar, a la gente que tengo al lado. A mi pareja, a
mis familiares o a mis amigos. Yo esto no lo entiendo. No lo puedo controlar.
Jamás haría daño a nadie, y menos a gente que me quiere. No lo entiendo. No sé
porque me pasa esto. Lo paso muy mal.
Dicen
que se puede manifestar la ansiedad de
muchas maneras. En mi caso, me vienen imágenes, ideas, en forma de hacer daño a
la gente que tengo al lado. Siempre, bajo la ansiedad. Imagínate,
racionalmente, hacer daño a quién tienes al lado…
Por
ejemplo, estoy en casa. En la cocina. Estoy con mi novia. Solos los dos.
Vamos a cenar. Me vienen ideas del tipo
¿y si le hago daño? ¿Y si cojo y le hago daño? Así me viene mi ansiedad. Yo no
he hecho daño nunca a nadie. Por lo que, si
estoy con ansiedad y, encima, siento que mis pensamientos de ansiedad
chocan con mis valores como persona, se me parte todo.
Así
paso los días. He estado dos años que me han pasado cosas negativas. Me lesiono
y no puedo hacer deporte. Ansiedad leve. Se muere mi abuelo. Estrés, duelo. Me
echan del trabajo. Estrés, ansiedad no tan fuerte como ahora. Voy llenando el
globo. No hago nada por cambiar. Explota. Aparece esa fuerte ansiedad de una manera. Y yo no puedo
controlarla. La leve si pensaba que podía. Si hubiera pedido ayuda antes todo
hubiera sido más fácil. Ahora. Apretar los dientes. Ayuda. Porque me toca
trabajar y cambiar este estado en el que
me encuentro. Tiempo”.
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