miércoles, 26 de diciembre de 2018

ADICCIÓN

Los términos “adictivo” o “adictiva” son hoy día muy utilizados en el lenguaje común, sin que en muchos casos reflejen su verdadero significado. Así, decimos por ejemplo que somos adictos al cine, al fútbol, a los helados, a la ópera… etc., para expresar que nos gusta o que disfrutamos mucho realizando dichas actividades o tomando determinados alimentos. Sin embargo, para que una conducta pueda ser considerada adictiva, deben darse otras circunstancias que hora veremos. Es verdad que muchas conductas y muchos objetos de deseo o de satisfacción pueden convertirse en adictivos, pero para que eso suceda tienen que intervenir múltiples factores y, desde luego, va a depender del uso que hagamos de ellas, del modo en que las vamos a utilizar.
Podemos decir que una conducta o actividad se convierte en adictiva cuando la persona pierde el control sobre la misma, cuando deja de poder decidir libremente acerca del uso que hace de la actividad de que se trate, cuando es la propia conducta o el propio “objeto de deseo” el que toma el control sobre la persona, privando a ésta de la capacidad de decidir acerca, por ejemplo, del tiempo que le dedica, del dinero que se gasta en ello o de la cantidad de otras posibles cosas que abandona para poder dedicar más tiempo y atención a la conducta adictiva.
Podríamos, por lo tanto, hablar de adicción a partir del momento en que una conducta se manifiesta de un modo preponderante en la vida de una persona, impidiendo a ésta decidir libremente y convirtiéndose en el eje central de su vida, en aquello que confiere incluso una identidad a esa persona. Así, una persona adicta, por ejemplo a los juegos de azar, puede percibirse como un ludópata o una ludópata antes que como un padre o una madre de familia, confiriéndole el hecho de jugar de forma patológica una identidad “prestada”, que contribuye a mantener el hábito.

Generalmente, cuando se establece un problema de adicción, el trastorno puede prolongarse en el tiempo, provocando cambios en las personas que lo padecen, cambios emocionales, cambios en los hábitos y en las rutinas de la vida diaria, cambios físicos, etc., que persisten mientras se mantiene la conducta adictiva.